En los últimos años, el «milagro agroexportador » en Ica impulsado, principalmente, por diez empresas que concentran 10 mil hectáreas1 en los valles de Ica y Villacurí (ver cuadro 1) se ha presentado como un modelo óptimo para impulsar el desarrollo rural en el país, y para ello se usa el argumento de que en el lapso de diez años las agroexportaciones de la región han aumentado de manera exponencial y se han creado miles de puestos de trabajo en Ica.
Sin embargo, este «milagro» podría tener un final a corto plazo, por estar basado en una sobreexplotación insostenible del recurso hídrico, como ya lo advirtieron Cepes y Progressio en un estudio reciente. Esta amenaza no solo afecta al sector agroexportador, sino también a los pequeños y medianos agricultores que siembran cultivos tradicionales como el algodón, y a la población más vulnerable de Ica, que ya está percibiendo que tiene menos acceso al agua. En un contexto de cambio climático, es urgente que el Perú otorgue más importancia a conceptos como la huella hídrica y el agua virtual. Pero ¿qué es la huella hídrica? Es un ndicador de sostenibilidad presentado en 2002 por el científico holandés Arjen Hoekstra, que concientiza a los consumidores e todo el mundo sobre el volumen total de agua dulce que utiliza el ser humano para producir los diversos bienes y servicios destinados al consumo de un individuo, comunidad o empresa.
El agua virtual es un concepto relacionado que se refiere al volumen del agua dulce utilizado para fabricar un bien, medido en el lugar donde ha sido producido.Se recomienda producir donde el agua es abundante y vender donde el agua es escasa.
Ya se están desarrollando iniciativas para etiquetar los bienes ofrecidos a los consumidores en países como España y el Reino Unido, indicando cuánta agua ha sido utilizada en su producción. No sería extraño que, en unos años, los espárragos o uvas peruanos estén obligados a llevar esta etiqueta, pues existe una mayor preocupación de los consumidores de los países de destino de nuestras exportaciones acerca del impacto medioambiental de sus decisiones de compra, y sobre el futuro de los recursos hídricos en países como el Perú.
Desde hace años, el producto «estrella » del boom agroexportador iqueño es el espárrago, pues Ica es uno de los pocos lugares en el mundo donde se puede producir espárrago de alta calidad durante todo el año, gracias a las temperaturas de la zona y a la ausencia de lluvias. Esta ventaja comparativa incentivó en Ica una mayor superficie cultivada, aumentando de 592 hectáreas en 1990 a 12,782 en 2011. La producción también creció de 3,750 toneladas en 990 a 144,419 en 2011. Pero el espárrago peruano no es un ganador en lo relativo a su huella hídrica. El problema es que su crecimiento explosivo al igual que el de otros productos de agroexportación ocasionó un aumento desmedido de la explotación del agua subterránea en Ica, por parte de los agroexportadores, que son los que utilizan de manera casi exclusiva este recurso para el riego. Como consecuencia, en 2009 la explotación del acuífero en Ica alcanzaba 543.15 millones de metros cúbicos (MMC) anuales, mientras el volumen de explotación sustentable el que permite la recarga del acuífero, según la ANA, es de solo 252.99 MMC (ver enlace en la nota 3); esto significa que hay una sobreexplotación de 290.16 MMC de agua. De continuar esta tendencia, el acuífero Ica- Villacurí pronto disminuirá a niveles que resultan insuficientes para continuar con la actividad agrícola.
En el caso del espárrago, el promedio anual del volumen de agua que usan las empresas agroexportadoras para su riego es de 15 mil metros cúbicos (m3) por hectárea, y en otros casos el consumo aumenta a 22 mil m3 de agua. El ingeniero Juan Huayhua, especialista en riego del INIA, indica que este consumo puede reducirse a 10 mil m3 con un buen manejo del recurso hídrico. Estos requerimientos de agua son considerados insostenibles para Ica por especialistas como David Bayer, asociado del Instituto de Promoción para la Gestión del Agua (Iproga).
El doctor Eric Rendón advierte, en un estudio reciente, que desde 1992 el espárrago ha ido reemplazando al algodón como primer cultivo demandante de agua en Ica. Según el mencionado estudio de Progressio y Cepes, el agua virtual utilizada durante 2008 para producir todo el espárrago exportado a EE.UU. sumó los 105 MMC (lo que significa que estamos exportando, en agua, el equivalente a 42 mil piscinas olímpicas llenas, considerando que una piscina olímpica tiene 2,500 m3).
Los agricultores y autoridades de Ica son conscientes del problema, y en la actualidad se discuten varias alternativas de solución. Las empresas agroexportadoras proponen aumentar la oferta de agua por medio de trasvases desde Huancavelica, o almacenar la que fluye hacia el océano durante la temporada de lluvias y que en la actualidad no es utilizada. Sin embargo, el primer planteamiento no toma en cuenta el impacto ambiental en las comunidades campesinas de la provincia de Huaytará, en Huancavelica, donde los criadores de alpacas han recurrido al Tribunal del Agua para América Latina, denunciando que el agua que necesitan para sus pastos y animales está siendo desviada hacia Ica y que esto aumenta su vulnerabilidad al cambio climático.
Pero los conflictos por el agua no son solo interregionales; también los agricultores iqueños se enfrentan entre ellos mismos, como en el caso del frustrado proyecto de la empresa Agrokasa para trasladar agua desde su fundo Santa Rita hasta el fundo La Catalina, lo que encontró la férrea oposición de la junta de usuarios de Río Seco y la junta de usuarios de aguas subterráneas del valle de Ica, que protestaron ante el Banco Mundial, financiador del proyecto.
Por otro lado, las propuestas que plantean aumentar la cantidad de agua para el agro iqueño no garantizan que el agua adicional no será utilizada para expandir aún más las áreas de cultivos de agroexportación que tienen requerimientos del líquido elemento que son insostenibles para Ica. En lugar de enfocarse en aumentar la oferta de agua, es necesario reconocer que la causa principal del problema es la demanda descontrolada, y es en este punto donde hay que encontrar las soluciones.
Desde esa perspectiva, Eric Rendón sugiere el pago de un impuesto piguviano por el uso del agua subterránea (término que alude a un impuesto que busca corregir las externalidades negativas). Para ello se establecerían pagos diferenciados según el nivel de extracción de cada pozo, o la venta de permisos de explotación de agua subterránea a los usuarios que requieran una mayor cantidad de agua. David Bayer, por su parte, estima que Ica es un valle que históricamente practicaba la fruticultura y que debe regresar a esa base. Propone, además, que en el valle de Ica no se permitan cultivos que requieran más de 8,000 m3 de agua por hectárea.
El ingeniero Juan Huayhua, especialista en riego de INIA, recomienda buscar que la eficiencia en el riego alcance como mínimo el 90%, lo cual implica no solo el manejo de agua, sino también del suelo.
También es esencial que se implemente un sistema de gobernanza del agua que permita la participación activa de todos los actores que intervienen en la cuenca, especialmente de los pequeños agricultores, cuyos intereses tienden a ser relegados en las negociaciones.
Notas
- Burneo, Zulema (2011). El proceso de concentración de la tierra en el Perú. Cepes/ ILC/ CIRA.
- Nick Hepworth, Julio C. Postigo y Bruno Güemes Delgado (2010). Drop by drop. Understanding the impacts of the UK’s water footprint through a case study of Peruvian asparagus. Cepes/ Water Witness International/Progressio.
- Dirección Regional Agraria de Ica.
- Rendon Schneir, Eric. Exportaciones agrarias y gestión sostenible del agua en la costa peruana: el caso del valle de Ica.
- Bayer, David (2011). Cambios en cultivos, uso y control del agua en el valle de Ica, 2007-2010.
Todos los documentos de cada pie de página los puede encontrar en: www.larevistaagraria.org/documentos139
Por Beatriz Salazar – Revista Agraria
Tomado de bajolalupa.org