Dicen que los cambios y el ordenamiento siempre son para bien ¿Pero qué pasa cuando estos afectan directamente el derecho al trabajo? Uno de los casos más emblemáticos de los últimos meses es el de los trabajadores independientes del Cementerio General de Saraja, específicamente, los niños y niñas.
La presencia de los niños que ayudan a poner flores o proveer agua a las personas que visitan a sus familiares no es ajena a este cementerio. Sin embargo, desde hace más de un mes estos vienen siendo impedidos de trabajar con la explicación de que son menores de edad.
Y aunque la misma situación se ha presentado para los adultos, el tema de los niños requiere de un análisis más delicado, debido a que muchos de ellos usan este trabajo como sustento de sus estudios y demás necesidades. Al negarles la posibilidad de trabajar se le está abriendo la puerta a otras formas de ganar dinero, entre ellas el robo.
En conversación con la administración del Cementerio se manifiesta que no ha sido necesario un informe para impedirle a los niños el trabajo, impulsando estos a acciones peligrosas e inadecuadas como las de trepar muros para ingresar, enfrentarse a serenos y policías, así como ofrecer sobornos a los efectivos para poder trabajar.
Los niños, niñas y adolescentes del cementerio, quienes estudian y trabajan, nos manifiestan su malestar, de no poder trabajar, de la prepotencia de la gerencia, y de las pocas oportunidades que se brinda.
Cabe resaltar que no deseamos promover el trabajo infantil, pero si exigimos a la Beneficencia Pública de Ica un accionar coherente a su labor de bienestar y promoción social para que el impacto de sus medidas no prive a los menores de sus derechos fundamentales cuando no hay políticas claras por parte del Estado sobre este problema.